Me sigo sentando a la mesa y miro el tenedor como si allí se escondiese el secreto de mi existencia. Ya no escucho, todo es un murmullo que me envuelve.
Pienso que estoy pensando, creo que estoy creyendo. Me siento en el piso y empiezo a jugar.
Leo cuentos y no encuentro mi nido, la hormiguita viajera no viaja, el libro de la selva es de papel reciclado y… Se rompió mi jovi. La pluma fuente me manchó la mano y no quiero leer o escribir más.
Es de noche y siento tibio el corazón, una tibieza amarga que no respeta puntos, comas ni renglones. El mundo es tan grande que me agobia. Los caminos son tantos que no sé cuál pueda llevarme a donde vos estás.
¿Estás?
Los carteles no llevan a ningún lado, no se acuestan las palabras ni descansa esta emoción. Casi puedo tocar la suavidad de tu cabello y la aspereza de tus manos.
De no ser por una brújula de bolsillo, no sabría dónde estoy. Siempre marca el sur. Debe haberse descompuesto luego de la última expedición.
“Lo barato sale caro”- dicen. Sale caro escribir estas letras sobre mi pecho descubierto, justo encima del corazón.
Si fuese cierto, si fuese real… Sale caro.
No es amor.